En los últimos meses el incremento de precios de los fletes marítimos se ha disparado en más del 200%. Y tal parece que la situación seguirá en aumento. Una de las rutas más afectadas es la de Asia-América, es decir, la vía por la que traemos productos de China. Según Moody’s Analytics, las interrupciones de la cadena de suministro en todo el mundo «empeorarán antes de mejorar».
En nuestro campo local el impacto sería incluso más dramático. Las rutas desde Shanghái hasta Lima han experimentado un incremento de costos estratosférico. Hoy en día transportar productos desde allá puede costar más de US$ 12,000 cuando antes de la pandemia eran US$ 2,000.
Es más. Solo para traer un flete de China hacia Lima se necesita pagar alrededor de US$25 mil dólares. Según World Container Index –entidad que realiza evaluaciones semanales de las tarifas de transporte de contenedores– los precios del transporte marítimo ya vienen sufriendo incrementos en más 351% en los últimos meses.
Las razones del incremento
En primer lugar, se generó una demanda mayor a la prevista. Las empresas navieras redujeron su personal durante la pandemia y luego China no pudo frenar la avalancha tras la reapertura de la economía.
En segundo lugar –uno de los factores más importantes– está la ausencia de contenedores. Las navieras también cancelaron por “previsión” sus contratos de fabricación de contenedores y buques. Cuando se dieron cuenta de que se venía la gran ola de pedidos era tarde para mandarlos a fabricar. E incluso el precio del acero había subido y la disponibilidad se vio muy afectada. Y eso no es todo. Los pocos contenedores disponibles tardan dos y hasta tres semanas en ser regresados a China, ya sea por la pandemia o porque se han cambiado algunas rutas.
En tercer lugar, se produjo la ralentización de la cadena logística por los nuevos protocolos de transporte establecidos por el virus. Y, complicando más las cosas, se disparó el comercio electrónico, lo que sobrecargó mucho más a las empresas navieras.
En cuarto lugar, el cuello de botella en origen y destino generado en los procesos de embarque y desembarque. No sólo porque llegan más contenedores al máximo de su capacidad, sino también por los retrasos.
En quinto lugar, el aumento del combustible también incentivó el incremento de precios. El incremento de los derivados del petróleo va en paralelo al precio promedio de $60 USD por barril, casi un 30% de aumento en comparación con años pasados.
Finalmente, otros factores son el cierre del Canal de Suez, la segunda ola del Coronavirus en países de Europa y América Latina, los contratos que tiene China (y que lo obligan a enviar cereales), la ausencia de fletes, el tipo de cambio, entre otros.
Mirada a futuro
En Estados Unidos la ruta desde Shanghái a Nueva York se incrementó de precio en casi 285%. En nuestra región ha afectado principalmente a cafetaleros y a empresarios textiles.
Aunque la entrega de contenedores nuevos ayude a bajar el costo, nunca podrá reducirlo a niveles prepandemia. Y –para complicar aún más la situación– la ausencia de camioneros agrava más la crisis. En el Perú, incluso, se prevé una huelga en las próximas semanas. La posibilidad empieza a generar zozobra.
Se calcula que en los próximos cinco años el precio en el Perú será de una media entre el precio prepandemia y el precio elevado de este año, o sea, alrededor de $5000 USD por embarque en temporada baja. A largo plazo se espera que la modernización de toda la logística de transporte marítimo alrededor del mundo tenga un impacto que frene el alza en los precios
El 90% de los productos a nivel mundial se transportan por vía marítima. Por ello, desde el Estado deberían estar atentos a poder generar nuevos TLC y capacitar a operadores logísticos en estrategias para poder hacerle frente a este dramático incremento.
El diversificar proveedores para no tener que depender del monopolio chino, dar incentivos a los medios de transportes aéreos y agilizar las construcciones portuarias que se vienen proyectando (como el puerto de Chancay o la fase 2 del Muelle Sur del Callao) son otras tareas pendientes del Gobierno. Y las autoridades nacionales también deben supervisar para que no se abuse de la situación de precios y, por el contrario, enfocarse en que se generen más opciones y competencia.
Lo concreto es que miles de importadores están quebrando. Y las cadenas logísticas tienen que ingeniárselas día a día para poder buscar rutas, precios y sistemas de transporte que garanticen la llegada de productos. Desgraciadamente, en esta tormenta el consumidor final será siempre es el más afectado.